1. El Camino se recorre
a la plena luz del día,
la cual es proyectada
sobre el Sendero por
Aquellos que saben y
guían.
Nada puede ocultarse, y
en cada vuelta de ese
camino el hombre debe
enfrentarse a sí mismo.
2. En el Camino lo
oculto es revelado.
Cada uno ve y conoce la
villanía del otro.
No encuentro otra
palabra para traducir la
antigua palabra que
designa la estupidez y
la vileza no reveladas,
la burda ignorancia y el
propio interés,
características
sobresalientes del
aspirante común.
Sin embargo a pesar de
esa gran revelación, no
es posible volver atrás,
despreciar a los demás
ni vacilar en el Camino.
El Camino va hacia el
día.
3. Ese Camino no se
recorre solo. No hay
prisa ni apremio. No hay
tiempo que perder. Cada
peregrino, sabiéndolo,
apresura sus pasos y se
encuentra rodeado por
sus semejantes.
Algunos logran pasar
adelante, él los sigue.
Otros caminan detrás, él
marca el paso. No camina
solo.
4. Tres cosas debe
evitar el peregrino.
Llevar un capuchón o
velo, que oculte su
rostro a los demás, un
cántaro que sólo
contenga suficiente agua
para sus propias
necesidades y un báculo
sin horqueta.
5. Cada Peregrino en el
Camino, debe llevar
consigo lo necesario; un
brasero para dar calor a
sus semejantes; una
lámpara para iluminar su
corazón y mostrar a sus
semejantes
la naturaleza de su vida
oculta; una talega con
oro que no ha de
esparcir por el Camino
sino compartirlo con los
demás; una vasija
cerrada donde guarda
todas sus aspiraciones
para
arrojarlas a los pies de
Aquel que espera en el
portal para darle la
bienvenida.
6. A medida que el
Peregrino recorre el
Camino debe tener el
oído atento, la mano
dadivosa, la lengua
silenciosa. el corazón
casto, la voz áurea, el
pie ligero y el ojo, que
ve en la luz, abierto.
Él sabe que no camina
solo.
FELILUXOR
FE Y FELICIDAD EN LA LUZ
DE ORO
UNA LUZ EN VUESTRO
CAMINO