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-No se pueden
comprender ni las funciones
psíquicas ni las físicas, dijo,
salvo que se haya captado el
hecho de que ambas pueden
trabajar en estados diferentes
de conciencia.”Hay cuatro
estados de conciencia posibles
para el hombre (recalcó la
palabra “hombre”).
Pero el hombre ordinario, o sea
el hombre número 1, 2 ó 3, vive
solamente en los dos estados más
bajos de conciencia. Los dos
estados de conciencia superiores
le son inaccesibles y aunque
pueda tener chispazos de estos
estados, es incapaz de
comprenderlos y los juzga desde
el punto de vista de estos dos
estados de conciencia inferiores
que le son habituales.
“El primero, el sueño, es el
estado pasivo en el cual los
hombres pasan un tercio y a
menudo hasta la mitad de su
vida. Y el segundo, el estado en
que los hombres pasan la otra
mitad de su vida es en el cual
caminan por las calles, escriben
libros, conversan de asuntos
sublimes, participan en la
política, se matan los unos a
los otros; es un estado que
ellos consideran como activo y
que llaman de conciencia lúcida»
o «estado de vigilia». Las
expresiones «conciencia lúcida»
o «estado de vigilia» parecen
haber sido escogidas en broma,
sobre todo si uno se da cuenta
de lo que debe ser una
«conciencia lúcida» y de lo que
es en realidad el estado en que
el hombre vive y actúa.
“El tercer estado de conciencia
es el recuerdo de sí, o
conciencia de sí, o conciencia
de su propio ser. Es
habitualmente admitido que
tenemos este estado de
conciencia o que podemos tenerlo
a voluntad. Nuestra ciencia y
nuestra filosofía han pasado por
alto el hecho de que no poseemos
este estado de conciencia y que
por sí solo, nuestro deseo es
incapaz de crearlo en nosotros
mismos, sin importar cuán clara
sea nuestra decisión.
“El cuarto estado de conciencia
es la conciencia objetiva. En
este estado un hombre puede ver
las cosas tal como son. Algunas
veces en sus estados inferiores
de conciencia puede tener
chispazos de esta conciencia
superior. Las religiones de
todos los pueblos contienen
testimonios de la posibilidad de
un tal estado de conciencia que
califican como «iluminación por
otros varios nombres, y lo
definen como indescriptible.
Pero el único camino justo hacia
la conciencia objetiva es a
través del desarrollo de la
conciencia de sí. Si a un hombre
ordinario se le lleva
artificialmente a un estado de
conciencia objetiva y se le
vuelve luego a su estado
habitual, no recordará nada y
pensará simplemente que por un
lapso de tiempo había perdido el
conocimiento. Pero en el estado
de conciencia de sí un hombre
puede tener chispazos de
conciencia objetiva y
recordarlos.
“El cuarto estado de conciencia
representa un estado totalmente
diferente del anterior; es el
resultado de un crecimiento
interior y de un largo y difícil
trabajo sobre sí. “Sin embargo,
el tercer estado de conciencia
constituye el derecho natural
del hombre tal cual es, y si el
hombre no lo posee, es
únicamente porque sus
condiciones de vida son
anormales.
Puede decirse, sin exagerar
nada, que en la época actual, el
tercer estado de conciencia no
aparece en el hombre sino sólo
por chispazos muy breves y muy
raros, y que este estado no
puede convertirse en algo más o
menos permanente sino por medio
de un entrenamiento especial.
“Para la gran mayoría de las
personas, aun las cultas e
intelectuales, el principal
obstáculo en el camino para
adquirir conciencia de sí es que
creen que ya la poseen; en otras
palabras, están totalmente
convencidas de tener ya
conciencia de sí mismas y de
poseer todo lo que acompaña a
este estado: individualidad en
el sentido de un «Yo» permanente
e inmutable, voluntad, capacidad
para hacer, y así sucesivamente.
Por tanto, es evidente que un
hombre no se interesará por
adquirir, a través de un trabajo
largo y difícil, algo que en su
opinión ya posee. Por el
contrario, si se lo dice,
pensará que usted está loco o
que intenta explotar su
credulidad para un provecho
personal. “Los dos estados
superiores de conciencia – «la
conciencia de sí» y «la
conciencia objetiva» – están
ligados al funcionamiento de los
centros superiores del hombre.
“Además de aquellos centros de
los cuales hemos hablado, hay en
el hombre otros dos centros, el
«centro emocional superior» y el
«centro intelectual superior».
Estos centros están en nosotros;
están plenamente desarrollados y
trabajan todo el tiempo, pero su
trabajo nunca llega a nuestra
conciencia ordinaria. La razón
debe buscarse en las propiedades
especiales de nuestra pretendida
«conciencia lúcida». “Para
comprender la diferencia entre
estados de conciencia, tenemos
que regresar al primero, que es
el sueño. Este es un estado de
conciencia completamente
subjetivo. Un hombre está
sumergido en sus sueños, no
importa si los recuerda o no.
Aun si al dormido le llegan
algunas impresiones reales,
tales como sonidos, voces,
calor, frío, sensaciones de su
propio cuerpo, no suscitan en él
sino fantásticas imágenes
subjetivas. Luego el hombre se
despierta. A primera vista éste
es un estado de conciencia
completamente diferente. Puede
moverse, hablar con otras
personas, hacer proyectos, ver
peligros, evitarlos y así
sucesivamente. Parece lógico
pensar que se encuentra en una
situación mejor que cuando
estaba dormido. Pero, si
profundizamos un poco más las
cosas, si echamos una mirada
dentro de su mundo interior,
dentro de sus pensamientos,
dentro de las causas de sus
acciones, comprenderemos que
está casi en el mismo estado que
cuando estaba dormido. Y es peor
aún, porque en el sueño él es
pasivo, esto es, no puede hacer
nada. Por el contrario, en el
estado de vigilia, puede hacer
algo todo el tiempo y los
resultados de sus acciones
repercutirán sobre él y sobre lo
que lo rodea. Y, sin embargo, no
se recuerda a sí mismo. Es una
máquina, todo le sucede. No
puede detener el ninguno de sus
pensamientos, no puede controlar
su imaginación, sus emociones,
su atención. Vive en un mundo
subjetivo de «quiero», «no
quiero», «me gusta», «no me
gusta», «tengo ganas», «no tengo
ganas», esto es, un mundo hecho
de lo que él cree que le gusta o
no le gusta, de lo que él cree
que desea o no desea. No ve el
mundo real. El mundo real le
está oculto por el muro de su
imaginación. Vive en el sueño.
Duerme. Y lo que él llama su
«conciencia lúcida» no es sino
sueño – y un sueño mucho más
peligroso que su sueño de la
noche, en su cama. “Tomemos
algún acontecimiento en la vida
de la humanidad. Por ejemplo, la
guerra.
Hay una guerra en este
momento. ¿Qué significa?
Significa que varios millones de
dormidos están tratando de
destruir a otros millones de
dormidos. Por supuesto,
rehusarían hacerlo si llegasen a
despertar. Todo lo que sucede
actualmente se debe a este
sueño. |