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Hay diez y seis signos por los
cuales un miembro de la Orden puede
ser reconocido.
El que posee tan sólo algunos, no es
un miembro de elevado rango, ya que,
el verdadero Rosacruz, los posee
todos.
1. EL ROSACRUZ ES PACIENTE.
Su principal y más importante
victoria, es la conquista de su
propio YO.
Es la victoria sobre el LEON, que ha
injuriado amargamente a algunos de
los mejores partidarios de la
Rosacruz.
El no será sojuzgado por el feroz y
desconsiderado ataque que se le
hizo, sino que está hecho para
vencer por la paciencia y grandeza
de alma.
El verdadero Rosacruz trata de
vencer a sus enemigos con la bondad
y a los que lo odian, con presentes.
El no los maldice, sino por el
contrario, les envía ferviente fuego
de amor sobre sus cabezas.
No persigue a sus enemigos con la
espada, o con haces de leña, sino
que sufre la cizaña que crece como
el trigo, hasta que ellas maduren y
sean separadas por la Naturaleza.
2. EL ROSACRUZ ES BONDADOSO.
El nunca aparece triste o
melancólico, ceñudo o con una mirada
de desprecio en su rostro, él actúa
bondadosa y amablemente hacia todos
y está siempre listo a prestar ayuda
a su prójimo.
Aunque es diferente de la mayoría
que lo rodea, trata de amoldarse a
ellos en sus hábitos y costumbres,
tanto como su dignidad lo permita.
Resulta por esto una agradable
compañía, y sabe cómo conversar,
tanto con el rico como con el pobre,
y actuar en cualquier clase de
sociedades, imponiendo su respeto,
por cuanto él ha dominado la
vulgaridad.
3. EL ROSACRUZ NO CONOCE LA
ENVIDIA.
Antes de ser aceptado en la
Orden, él debe pasar por la ordalía
de cortar la cabeza a la serpiente
de la envidia, labor muy ardua, por
cuanto ese reptil es escurridizo y
fácilmente se esconde en alguna
esquina.
El verdadero Rosacruz está siempre
contento con su suerte, sabiendo que
tiene tanto como merece tener. El
nunca se lamenta acerca de las
ventajas o riquezas que poseen los
otros, mas siempre desea lo mejor
para todos.
El sabe que obtendrá cuanto desee,
sin cuidarse si otro posee más que
él. No espera recibir favores sino
que distribuye los suyos sin
parcialidad alguna.
4. EL ROSACRUZ NO ES ORGULLOSO.
El sabe que el hombre no es otra
cosa que instrumento en las manos de
Dios, y que nada útil puede realizar
por su propia voluntad. Esta, no
siendo más que la voluntad de Dios,
pervertida por el hombre. A Dios
dedica él todas sus alabanzas y a
todo aquello que es mortal su
reprobación.
El no muestra una desordenada
precipitación para realizar alguna
cosa, sino que espera hasta que
recibe las órdenes de su Maestro,
que reside por encima y dentro de
él.
5. EL ROSACRUZ NO ES VANIDOSO.
El prueba con esto que hay algo
real en él, y que no es un talego
inflado con aire.
Los aplausos y los reproches le
dejan indiferente, y no se siente
agraviado si se le contradice o
encuentra desprecio.
Vive dentro de sí mismo y goza las
bellezas de su mundo interno, pero
nunca desea hacer ostentación de sus
posesiones, ni se muestra orgulloso
por aquellos presentes espirituales
que ha alcanzado.
De los más grandes presentes, él
posee su modestia y su voluntad de
ser obediente a la Ley.
6. EL ROSACRUZ NO ES DESORDENADO.
El se esfuerza siempre por
cumplir con su deber y actúa de
acuerdo al orden establecido por la
Ley. No se preocupa por frivolidades
externas ni ceremonias. La Ley está
escrita dentro de su corazón, y de
allí que todos sus pensamientos y
actos son gobernados por Ella.
Su respetabilidad no reside en su
aspecto exterior, sino en su real
ser, el cual puede comparado a una
raíz, desde donde todas las acciones
surgen.
La belleza interior de su alma está
reflejada en su aspecto externo, y
estampa en él todos sus actos con
indeleble sello, la luz existente en
su corazón puede ser percibida en
sus ojos por el experto. Es ella el
espejo de la Imagen Divina,
subyacente en su interno YO.
7. EL ROSACRUZ NO ES AMBICIOSO.
Nada hay más injurioso al
progreso espiritual, y a la
expansión del alma, que una estrecha
mente y un carácter egoísta.
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El verdadero Rosacruz siempre cuida,
mucho más el bienestar de sus
semejantes que el propio.
El no tiene intereses privados o
personales que nutrir o defender,
siempre busca el bien y jamás evita
una oportunidad que pueda
presentársele para ese propósito.
8. EL ROSACRUZ NO SE IRRITA.
Es evidente que una persona que
trabaja para el beneficio de todos,
sea odiada por aquellos cuyos
intereses personales no resulten
beneficiados, ya que el egoísmo es
el opuesto de lo magnánimo, y los
derechos de unos pocos no siempre
son compatibles con los intereses de
la comunidad.
Los Rosacruces, en razón de esto,
serán siempre resistidos por las
personas de mentes estrechas o corta
visión. El será difamado por
calumniadores, sus razones serán
tergiversadas, será mal juzgado por
el ignorante, ridiculizado por el
seudo sabio, y mofado por el necio.
No obstante, tales procederes no
podrán excitar o irritar la mente
del verdadero Rosacruz, ni perdurar
la divina armonía de su alma, porque
su fe descansa en la percepción y
conocimiento de la verdad que en él
residen.
La oposición de un millar de
personas ignorantes no le inducirá a
desistir o hacer aquello que él
conoce como noble y justo, y lo
hará, aunque esa acción represente
la pérdida de su fortuna o de su
vida.
Siendo capaz, y estando acostumbrado
a dirigir su vista hacia lo divino,
no puede ser engañado por las
ilusiones de la materia, pero no
obstante, se adhiere a la realidad
externa.
Estando rodeado de influencias
angélicas y atento a esas voces, no
se afecta por el ruido que hacen los
animales.
El vive en compañía de esos nobles
seres, quienes fueron una vez
hombres igual a los otros, hoy
transfigurados, y que ahora están
allende el alcance de lo vulgar y
bajo.
9. EL ROSACRUZ NO PIENSA MAL DE
LOS OTROS.
Aquellos que piensan mal de los
otros, sólo ven lo malo que en ellos
existe, reflejado como en un espejo.
El Rosacruz siempre está atento y
dispuesto a reconocer lo bueno
existente en cada cosa.
La tolerancia es una virtud en la
cual el Rosacruz se destaca
eminentemente de sus semejantes y lo
hace fácilmente distinguible.
Sí en el transcurso de la
conversación, algo aparece ambiguo,
él suspende su juicio acerca de esto
hasta que investiga su naturaleza,
mas como sabe que su razonamiento no
es perfecto, siempre se muestra
inclinado a formarse una buena
opinión, que una mala, de cuanto le
rodea.
10. EL ROSACRUZ AMA LA JUSTICIA.
El, no obstante, nunca se excita
al juzgar las faltas ajenas, ni
desea aparecer como sabio para
censurar los errores de los otros.
No se regocija en habladurías, le
preocupan las necedades de otros,
como si se trata del zumbido de una
mosca o las cabriolas de un mono.
No haya placer en escuchar
altercados o discusiones de carácter
político o personal, o
recriminaciones mutuas.
Le tiene sin cuidado la astucia del
zorro, el disimulo del cocodrilo, o
la rapacidad del lobo, ni se alegra
cuando el cieno es sacudido.
Su nobleza de carácter lo eleva a
una esfera que está muy lejos da
tales fruslerías y absurdidades, y
estando por encima del plano
sensual, en el cual los mortales
comunes encuentran su felicidad y
gozo; vive con aquellos que no
piensan mal de los otros, que no
goza en la injusticia hecha a un
hermano, ni se alegra de su
ignorancia o desgracia.
Sólo vive en compañía de quienes
aman la verdad, y están rodeados por
la paz y la armonía del espíritu.
11. EL ROSACRUZ AMA LA VERDAD.
No hay demonio peor que la
falsedad y la calumnia.
La ignorancia no es dañosa, pero la
falsedad es la substancia del mal.
El calumniador se regocija, así sea
el objeto de su calumnia, de tamaño
reducida, sobre el cual apoyar su
mentira y hacer que ellas crezcan
como montañas.
Opuesta a ella, está la Verdad, la
que es un rayo de la eterna fuente
del BIEN, la que tiene el poder de
transformar al hombre en un ser
divino.
El Rosacruz, en razón de esto, no
busca otra luz que la de la verdad,
y esta luz no la goza él solo, sino
en compañía de quienes son buenos, y
están pletóricos de majestad divina,
así vivan en esta tierra o en estado
espiritual; y él la gusta con
aquellos que son perseguidos,
inocentes, o están oprimidos, pero
que serán salvados por la verdad.
12. EL ROSACRUZ SABE GUARDAR
SILENCIO
Los que son falsos no aman a la
verdad. El verdadero Rosacruz
prefiere la compañía de quienes
estiman la Verdad, a la de aquéllos
que la pisotean.
El guardará aquello que conoce,
encerrado en su corazón, porque en
el silencio, está el poder.
Como un Ministro de Estado, no va de
un lado para otro contando a todos
los Secretos del Rey, porque el
Rosacruz no hace desfilar ante el
público las revelaciones hechas a él
por el REY INTERNO, que es más noble
y sabio que cualquier mundano o
príncipe; él tiene como única y
segura guía, la autoridad y el poder
que deriva de ellos mismos.
Su secreto cesa sólo cuando el Rey
le ordena hablar, pero en tal caso
no es él quien habla, sino la verdad
que se expresa por su intermedio.
13. EL ROSACRUZ CREE EN AQUELLO
QUE CONOCE.
El cree en la inmutabilidad de
la Ley Eterna, y que cada causa
tiene un cierto efecto.
Conoce que la verdad “no puede
mentir", y que las promesas que su
Rey le hace, siempre son cumplidas,
si él no impide su completa
realización.
De allí que es inaccesible a la duda
o el temor, y pone implícita
confianza en los principios divinos
de la Verdad, que está viva y
conciente dentro de su corazón.
14. LA ESPERANZA DEL ROSACRUZ ES
FIRME.
La esperanza espiritual que
proviene de cierta convicción como
resultante del conocimiento de la
Ley, que la Verdad reconoce por la
Fe, crecerá y será colmada. Es el
conocimiento del corazón, y por
cierto muy diferente de las
especulaciones y razonamientos del
cerebro.
Su fe descansa sobre la roca de su
propia percepción, y no puede ser
destruida.
El sabe que en todas las cosas,
malogrado aparezcan éstas, como
malas, está el bien en germen, y
tiene esperanza que en el curso de
la evolución, ese germen se
desarrolle, y así el mal sea
transformado en bien.
15. EL ROSACRUZ NO PUEDE SER
VENCIDO POR EL SUFRIMIENTO.
El sabe que no hay luz sin sombra,
no mal sin algún bien, y que la
fuerza crece en relación a la
resistencia.
Habiendo reconocido la existencia
del principio Divino en todas las
cosas, los cambios externos son para
él, de poca importancia, y que no
merece mayor atención.
Su principal objetivo es sostener
sus posiciones espirituales y jamás
perder la corona que ganó en la
batalla de la vida.
16. EL ROCACRUZ SERA SIEMPRE
MIEMBRO DE LA SOCIEDAD.
Los nombres tienen poca importancia.
El principio que preside a la
Sociedad Rosacruz es la Verdad, y
él, que la conoce y sigue su
práctica, es por eso miembro de
ella.
Sí todos los nombres fueran
cambiados y el lenguaje alterado, la
Verdad permanecería siendo siempre
la misma, porque él que vive en la
Verdad, vivirá aún, si todas las
naciones se extinguiesen.
Estos son los diez y seis signos del
verdadero Rosacruz que han sido
revelados a un
peregrino por un ángel que le llevó
el corazón, dejando en su lugar,
un ígneo carbón, que está ahora
incesantemente ardiendo y animando
con el amor de la
UNIVERSAL FRATERNIDAD HUMANA.
POR UN DESPERTAR CONSTATEMENTE
QUE LAS ROSAS FLOREZCAN EN VUESTROS
CORAZONES Y ALMAS EN OBRAS REALES
EN BIEN DE LA HUMANIDAD TODA…
FELILUXOR
FE Y FELICIDAD EN LA LUZ DE ORO
FUNDACIÓN AMONRA CHILE
UNA LUZ EN VUESTRO CAMINO...
A MIS PADRES Y HERMANOS
QUE ESTÁN EN LOS CIELOS Y EN LA
TIERRA
 

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