|
Ningún
Masón
puede
ser
enterrado
con
las
formalidades
de
la
Orden,
a
menos
que
sea
por
su
expresa
solicitud,
comunicada
al
Venerable
Maestro
de
la
Logia
en
la
cual
murió.
Se
exceptúan
los
Extranjeros
y
Visitantes.
Tampoco
lo
puede
ser
el
Masón
que
no
haya
alcanzado
el
Tercer
Grado,
restricción
ésta
que
no
admite
excepciones.
Los
Compañeros
y
Aprendices
no
podrán
pues
ser
objeto
de
estas
atenciones
fúnebres.
El
Venerable
Maestro
de
la
Logia,
habiendo
recibido
la
noticia
de
la
muerte
del
Hermano
y de
su
petición
de
ser
enterrado
con
las
ceremonias
de
la
Orden,
fija
el
día
y la
hora
del
funeral
y
pasa
la
invitación
a la
Logia
en
pleno.
Si
se
espera
la
asistencia
de
Hermanos
de
otras
Logias,
debe
pedir
por
escrito,
por
intermedio
del
Gran
Secretario
o
del
Diputado
Gran
Maestro
una
dispensa
para
reemplazar
al
Gran
Maestro
en
el
funeral
y
para
dirigir
la
procesión
que
deberá
estar
exclusivamente
bajo
su
dirección.
Todos
los
Hermanos
asistentes
deberán
estar
adecuadamente
vestidos.
(
Nota
del
traductor:
en
este
punto
hay
una
extensa
nota
de
pie
de
página
explicando
las
reglamentaciones
de
la
Gran
Logia
de
Inglaterra
en
esa
época
-1812-
que
prohibían,
bajo
pena
de
irradiación
y
cese
del
disfrute
de
beneficios
de
caridad
de
la
Orden,
asistir
públicamente
a
funerales
y
otros
actos
luciendo
los
emblemas,
arreos,
joyas
etc.
de
la
Orden
).
El
servicio
Fúnebre
El
Venerable
Maestro
de
la
Logia
a la
que
el
difunto
perteneció
abre
los
Trabajos
en
Tercer
Grado
de
la
manera
habitual
y se
interpretará
un
himno.
El
féretro
se
coloca
en
el
centro
y
permanecerá
abierto.
El
Venerable
Maestro
se
ubicará
en
su
cabecera
y
dará
inicio
al
servicio
así:
V.•.
M.•.-
¿Qué
hombre
hay
que
haya
vivido
y no
haya
visto
la
muerte?
¿Escapará
él a
la
mano
de
la
tumba?.
El
hombre
camina
en
vacías
sombras,
acumula
riquezas
y
después
no
sabe
quién
las
disfrutará.
Cuando
muere
no
se
lleva
nada
consigo;
su
gloria
no
descenderá
con
él a
la
tumba.
Desnudo
llegó
al
mundo
y
desnudo
deberá
dejarlo:
el
Señor
dio
y el
Señor
quitó...
¡Bendito
sea
el
nombre
del
Señor¡¡
Luego
se
le
tributarán
al
difunto
grandes
honores
usando
ciertas
fórmulas
que
no
deben
ser
explicadas
aquí.
Sonará
luego
una
solemne
música
y el
V.•.M.•.
regará
flores
y
hierbas
sobre
el
cuerpo,
después
de
lo
cual,
tomando
en
sus
manos
el
Libro
Sagrado,
dice: |
|
Muramos
la
muerte
del
justo
y
que
nuestro
fin
sea
así¡¡
Los
Hermanos
responden:
Dios
es
nuestro
Señor
por
siempre
y Él
será
nuestro
guía
incluso
en
la
muerte¡¡
El
V.•.M.•.
Coloca
luego
el
Libro
dentro
del
ataúd
y
dice:
¡Padre
Todopoderoso¡
En
tus
manos
encomendamos
el
alma
de
nuestro
amado
Hermano¡
Los
Hermanos
responden
tres
veces:
¡La
voluntad
de
Dios
se
ha
cumplido¡
Que
así
sea¡
A
continuación
el
V.•.M.•.
Eleva
esta
plegaria:
Glorioso
Dios,
autor
de
todo
Bien
y
dador
de
toda
Merced¡
Derrama
tus
bendiciones
sobre
nosotros
y
fortalece
nuestros
compromisos
con
la
solidez
del
afecto
sincero
¡Que
la
instancia
real
de
mortalidad
nos
recuerde
el
inexorable
destino
y
dirija
nuestra
atención
hacia
Ti,
único
refugio
en
tiempos
de
necesidad¡
Que
cuando
el
momento
definitivo
llegue,
y
estemos
a
punto
de
abandonar
este
transitorio
escenario,
la
vivificante
certidumbre
de
tu
misericordia
disipe
las
brumas
de
la
muerte;
y
que
después
de
nuestra
partida
en
paz
y
gozando
de
tu
favor
podamos
ser
recibidos
en
tu
imperecedero
reino
y
gozar
allí
en
unión
de
las
almas
de
los
amigos
que
nos
precedieron
en
la
muerte
de
la
justa
recompensa
a
una
vida
pía
y
virtuosa
¡Amen¡ |
Enseguida
se
entona
un
himno,
el
V.•.M.•.
se
retira
a su
Trono
y es
cerrado
el
féretro.
Se
pronuncia
un
breve
discurso
adecuado
para
la
ocasión
y
tomándose
de
las
manos,
los
Hermanos
renuevan
sus
juramentos.
Se
cierran
los
trabajos
y se
organiza
la
procesión:
las
Logias
desfilarán
de
acuerdo
a su
antigüedad,
comenzando
por
la
más
joven;
cada
Logia
formará
una
división.
Se
observará
el
siguiente
orden
en
el
desfile:
• El
Guarda
Templo
con
su
Espada.
•
Los
Diáconos
con
Bastones
Blancos.
•
Los
Hermanos
no
Oficiales,
de
dos
en
dos.
• El
Secretario
con
un
Libro.
• El
Tesorero
con
el
Emblema
de
su
Oficio.
• El
Primero
y
Segundo
Vigilantes
con
sus
manos
la
una
sobre
la
otra.
• El
Past
Master.
• El
Venerable
Maestro.
Desfila
luego
la
Logia
a la
cual
pertenecía
el
Hermano
fallecido,
portando
todos
los
Hermanos
flores
o
hierbas
y en
este
orden:
• El
Guarda
templo.
•
Los
Diáconos.
•
Banda
de
Música
con
tambores
y
trompetas
adornadas
de
negro.
•
Los
Miembros
de
la
Logia
no
Oficiales.
• El
Secretario
y el
Tesorero.
•
Los
Vigilantes.
• El
Past
Master.
• El
Libro
Sagrado
sobre
un
atril,
cubierto
con
paño
negro
y
portado
por
el
Miembro
más
antiguo
de
la
Logia.
• El
V.•.M.•.
• El
Coro
entonando
un
himno
fúnebre.
• El
Féretro
con
los
adornos
colocados
sobre
él y
dos
Hermanos
escoltándolo
con
sus
espadas
cruzadas.
Una
o
dos
Logias
se
adelantan
hasta
el
Cementerio
para
prevenir
confusiones
y
preparar
lo
necesario.
Cuando
el
cortejo
llega
a la
puerta
del
cementerio,
la
Logia
a la
cual
pertenecía
el
Hermano
difunto,
los
portadores
del
féretro
y
los
dolientes
se
detienen
hasta
que
los
Hermanos
de
las
demás
Logias
hayan
formado
un
círculo
alrededor
de
la
tumba.
Entonces
avanzan
con
el
féretro
hasta
la
tumba
en
donde
los
Hermanos
de
la
Logia
operante
y
los
clérigos
oficiantes
se
ubican
en
la
cabecera,
rodeados
de
los
miembros
del
coro;
se
reanuda
el
Ritual
entonando
un
himno
y
pronunciando
la
siguiente
exhortación:
“Estamos
presenciando
aquí
un
impactante
ejemplo
de
la
incertidumbre
de
la
vida
y de
la
vanidad
de
todos
los
propósitos
humanos.
Los
últimos
honores
rendidos
al
difunto,
son
útiles
sólo
como
lecturas
para
los
vivos;
de
ellas
hemos
de
extractar
lecciones
y
considerar
toda
solemnidad
de
esta
clase
como
una
advertencia
de
la
proximidad
de
nuestra
propia
disolución.
A
pesar
de
los
diversos
momentos
de
mortalidad
con
los
que
nos
topamos
a
diario,
a
pesar
que
la
Muerte
ha
establecido
su
imperio
sobre
todas
las
obras
de
la
Naturaleza,
por
un
algún
capricho
inexplicable
olvidamos
que
hemos
nacido
para
morir.
Derivamos
de
un
designio
a
otro,
añadimos
una
esperanza
a
otra,
y
diseñamos
planes
para
muchos
años
venideros
hasta
que
súbitamente
somos
alarmados
por
la
proximidad
de
la
Muerte
cuando
menos
la
esperábamos
y a
una
hora
que
probablemente
consideraremos
como
el
mediodía
de
nuestras
vidas.
¿Qué
son
todas
las
ostentaciones
de
la
Majestad,
el
orgullo
de
la
riqueza,
o
los
encantos
de
la
belleza
cuando
la
Naturaleza
se
ha
cobrado
su
justa
deuda?
Fija
tus
ojos
en
la
última
escena
y
mira
a la
vida
despojada
de
sus
adornos
y
expuesta
en
su
natural
condición;
entonces
te
convencerás
de
la
futilidad
de
todas
aquellas
vacuas
ilusiones.
En
la
tumba,
todas
las
falacias
quedan
al
descubierto,
todos
los
rangos
se
nivelan
y
todas
las
distinciones
se
descartan...
Mientras
dejamos
caer
la
sentida
lágrima
sobre
la
tumba
del
amigo
muerto,
dejemos
que
la
caridad
tienda
un
velo
sobre
sus
fallas,
cualesquiera
éstas
hayan
sido
y no
apartemos
de
su
memoria
la
recompensa
que
sus
virtudes
puedan
haber
reclamado
.Suframos
las
apologías
de
la
naturaleza
humana
interceder
en
su
favor.
Sobre
la
tierra
jamás
se
ha
alcanzado
la
perfección;
tanto
los
hombres
más
sabios
como
los
más
probos
se
han
equivocado
;es
nuestro
deber
imitar
sus
acciones
meritorias
y
aprender
de
sus
debilidades
;que
el
ejemplo
presente
excita
nuestros
más
serios
pensamientos
y
fortalezca
nuestra
resolución
de
enmienda;
siendo
incierta
la
vida
y
vanos
todos
los
caprichos
terrenales,
no
pospongamos
por
más
tiempo
la
central
preocupación
de
prepararnos
para
la
eternidad
;abracemos
el
momento
feliz
mientras
el
tiempo
y la
oportunidad
se
ofrezcan,
de
prepararnos
para
el
gran
cambio
cuando
los
placeres
de
este
mundo
dejen
de
deleitarnos
y
las
reflexiones
de
una
vida
virtuosa
sean
el
único
consuelo
y
solaz.
Nuestras
esperanzas
no
se
verán
frustradas,
ni
nos
veremos
acosados
a
presentarnos
impreparados
ante
la
presencia
de
un
omnisciente
y
todopoderoso
Juez,
para
quien
son
conocidos
los
secretos
de
todos
los
corazones
y de
cuyo
temible
tribunal
ningún
culpable
podrá
escapar…”.
Mientras
estemos
en
esta
etapa
de
la
existencia,
soportemos
con
propiedad
el
carácter
de
nuestra
profesión
consientes
de
la
naturaleza
de
nuestros
compromisos
solemnes
y
observemos
con
asiduidad
los
sagrados
postulados
de
nuestra
Orden.
Con
convencida
reverencia
supliquemos
la
protección
divina
y
aseguremos
el
favor
de
aquel
ser
eterno,
cuyo
bondad
y
poder
no
conocen
límites.
Y
que
cuando
el
momento
decisivo
llegue,
y
nos
aprestemos
a
partir,
sea
pronto
o
tarde,
que
seamos
capaces
de
proseguir
nuestro
viaje,
sin
miedo
ni
aprehensión,
hacia
aquel
distante
e
ignoto
país
del
cual
ningún
viajero
regresa.
Por
la
luz
de
la
aprobación
divina
podemos
pasar
sin
temor
a
través
de
aquellas
lúgubres
mansiones
en
las
cuales
todo
se
olvida.
Y en
el
gran
y
tremendo
día
del
juicio
y la
recompensa,
cuando
enfrentados
a la
Justicia
Divina
podremos
esperar
que
el
juicio
será
proferido
a
nuestro
favor
y
que
recibiremos
nuestra
recompensa
en
forma
de
una
heredad
inmortal
en
la
cual
la
felicidad
fluirá
como
un
arroyo
continuo
que
ningún
dique
podrá
contener.
A
continuación,
el
V.•.
M.•.
Hará
las
siguientes
invocaciones
acompañada
cada
una
de
los
acostumbrados
honores:
V.•.M.•.
:
“Que
seamos
francos
y
leales
y
que
vivamos
y
muramos
en
amor
¡”
Respuesta:
“Que
así
sea”
¡
V.•.M.•.
:
“Que
profesemos
el
bien
y
siempre
actuemos
según
nuestra
conciencia!”
R:
“Que
así
sea”
¡
V.•.M.•.
:”
Que
el
Señor
nos
bendiga
y
nos
haga
prosperar
y
que
todos
nuestros
bien
intencionados
actos
se
vean
coronados
por
el
éxito”¡
R:”Que
así
sea”¡
A
continuación,
los
Secretarios
se
adelantan
hacia
la
tumba
y
arrojan
dentro
de
ella
los
rollos,
mientras
el
V.•.M.•.,
con
voz
audible,
exclama:”¡Gloria
a
Dios
en
lo
Alto¡
Paz
en
la
Tierra¡
Buena
voluntad
hacia
el
Hombre¡”
Respuesta:”!
Que
así
sea,
ahora,
y
siempre
¡”
A
continuación,
el
V.•.M.•.
cierra
la
ceremonia
con
las
siguientes
palabras:
“Desde
tiempos
inmemoriales
ha
sido
costumbre
dentro
de
la
Fraternidad
de
Libres
y
Aceptados
Masones,
a
petición
de
un
Hermano
en
su
lecho
de
muerte,
acompañar
su
cuerpo
al
lugar
de
sepultura
y
depositar
ahí
sus
restos
con
las
formalidades
usuales.
“De
conformidad
con
este
uso
y
por
petición
expresa
de
nuestro
Hermano
fallecido,
cuya
memoria
reverenciamos
y
cuya
pérdida
deploramos
hoy,
es
que
estamos
aquí
reunidos
en
nuestro
carácter
de
Masones
para
devolver
su
cuerpo
a la
Tierra
de
donde
vino
y
para
ofrecer
a su
memoria
ante
el
mundo
el
último
tributo
de
nuestro
fraternal
afecto;
demostramos
así
la
sinceridad
de
nuestra
fraternidad
y
nuestra
inviolable
sujeción
a
los
principios
de
la
Orden.
“Con
el
debido
respeto
por
las
costumbres
establecidas
en
el
país
en
el
que
vivimos,
con
la
debida
deferencia
a
nuestros
superiores
eclesiásticos
y
gubernamentales
y
con
ilimitada
buena
voluntad
hacia
toda
la
Humanidad,
parecemos
aquí
ataviados
como
Masones
y
públicamente
expresamos
nuestra
sumisión
al
orden
y al
buen
gobierno,
y
nuestro
deseo
de
promover
los
intereses
generales
de
la
Humanidad.
Investidos
con
el
ropaje
de
la
inocencia,
humildemente
nos
inclinamos
ante
el
Padre
Universal
para
implorar
su
bendición
en
todas
nuestras
celosas
empresas
para
extender
la
paz
y la
buena
voluntad
y
ardientemente
rogamos
que
su
gracia
nos
ayude
a
perseverar
en
los
principios
de
la
piedad
y la
virtud”.
Plugo
al
Creador,
en
su
bondad,
separar
a
nuestro
querido
Hermano
de
las
preocupaciones
y
afanes
de
esta
transitoria
vida
y
llevarlo
a un
estado
de
eterna,
debilitando
así
el
apego
nuestro
a
las
cosas
terrenales;
que
nosotros,
que
lo
hemos
sobrevivido,
anticipándonos
a
nuestro
inexorable
destino,
nos
unamos
más
fuertemente
por
lazos
de
amistad
y
unión;
y
que
durante
el
corto
espacio
permitido
a
nuestra
actual
existencia,
sabia
y
útilmente
empleemos
nuestro
tiempo
en
el
recíproco
intercambio
de
acciones
amables
y
generosas;
y
promovamos
el
bienestar
y la
felicidad
de
nuestros
prójimos.
En
la
tumba
hemos
dejado
el
cuerpo
sin
vida
de
nuestro
Querido
Hermano,
que
ha
de
permanecer
allí
hasta
la
resurrección
general;
queda
a la
espera
su
alma
inmortal
de
disfrutar
de
las
alegrías
que
han
sido
preparadas
para
los
justos
desde
el
principio
de
los
tiempos.
Y
que
el
Dios
Todopoderoso,
en
su
bondad
infinita,
en
el
gran
tribunal
de
inmaculada
justicia,
extienda
hacia
él
su
gracia
y
hacia
todos
nosotros
corone
nuestras
esperanzas
con
las
bendiciones
esperadas
en
la
eternidad...¡¡
Esto
pedimos
en
su
nombre,
a
quien
sea
la
gloria
hoy
y
siempre.
Amen.
¡
Termina
así
el
servicio.
Rendidos
los
honores
usuales,
la
procesión
retorna
al
sitio
de
donde
partió
y
allí
se
cierran
los
trabajos
masónicos
iniciados
con
la
ceremonia.
La
regalía
y
demás
ornamentos
del
Hermano
fallecido,
si
él
era
oficial
de
la
Logia,
son
entregados
al
V.•.M.•.,
con
la
ceremonia
habitual.
FIN
LUZ
INTERIOR
AMONRA
UNA
LUZ
EN
VUESTRO
CAMINO.
FELILUXOR
FE Y
FELICIDAD
EN
LA
LUZ
DE
ORO
A
MIS
PADRES
Y
HERMANOS
QUE
ESTÁN
EN
LOS
CIELOS
Y EN
LA
TIERRA.
POR
UNA
ALIANZA
FORTALECIDA
EN
LA
CONSERVACIÓN
A LO
QUE
NUESTRO
PADRE
DE
LOS
MUNDOS
NOS
HA
DADO
COMO
HERENCIA
KARMICA
TRABAJANDO
EN
COMUNIDAD
POR
LA
CONTINUIDAD
DE
LA
VIDA.
RECUERDA
SIEMPRE
LA
DIFERENCIA
ESTA
EN
TI…
|