|
"Feliz
aquél que tiene
cuidado en
calcular las
cosechas de su
palabra y que
puede decir al
final del día:
¡no fue en vano
que sembré; no
fue en vano que
cultivé; y la
tierra me
devolvió más de
lo que yo le
había dado! (…)
Es en nuestra
alma, es en el
alma de nuestros
semejantes,
donde es preciso
sembrar la
palabra, a fin
de que produzca
cosechas de todo
tipo". El Hombre
de Deseo (268),
Louis-Claude de
Saint-Martin
“Está escrito:
Mi Casa será
Casa de oración.
¡Pero vosotros
la habéis hecho
cueva de
bandidos!”
Lc 19:46, Mc
11:17, Mt 21:13
“La oración
ferviente del
justo tiene
mucho poder”
St 5:16
“Si la
naturaleza es
como la
iniciación de
todas las
religiones,
la oración sería
como la
consumación,
puesto que las
contiene a
todas”
Obras póstumas,
La Oración
"...siendo la
oración para su
Ser intelectual
[ser espiritual
del hombre]
lo que la
respiración es
para su cuerpo".
“La oración es
la principal
religión del
hombre porque es
la que une
nuestro corazón
a nuestro
espíritu; y esto
ocurre porque
nuestro corazón
y nuestro
espíritu no
están ligados al
cometer tantas
imprudencias,
viviendo en
medio de tantas
tinieblas e
ilusiones.
Cuando, al
contrario, se
unen nuestro
espíritu y
nuestro corazón,
Dios se une
naturalmente a
nosotros, puesto
que nos ha dicho
que cuando nos
reunamos en su
nombre, estará
entre nosotros,
y entonces
podremos decir,
como el
Reparador: Dios
mío, sé que me
complaces
siempre”.
Obras póstumas,
La Oración |
|
“La oración
es el
verdadero
alimento del
alma, es de
aquí de
donde se
activan
todas sus
facultades,
es también
el lugar de
donde retira
sus mayores
fortalezas y
toda la
evidencia de
la luz”.
“¿Dónde
encontraré
una idea
justa de la
oración y de
los efectos
que puede
producir? Es
mi único
recurso, mi
único deber,
mi única
obra en esta
región
tenebrosa y
en este
miserable
teatro de
expiación.
Puede
purificar y santificar
mis vestiduras, mis
alimentos, mis
posesiones, las materias
de mis sacrificios,
todos los actos y todas
las ataduras de mi ser.
Por mi oración, puedo
alcanzar hasta las
esferas superiores,
cuyas esferas visibles
no son más que imágenes
imperfectas.
Más aún, si aparece
delante de mí un hombre
cuyos discursos o
defectos me afligen,
puedo, por la oración,
retomar interés por él,
en lugar de la antipatía
que me había causado.
Podré obtener, por mi
oración, que el impío se
vuelva religioso, que el
hombre colérico se haga
manso y el insensible se
llene de caridad. Puedo,
por ella, resucitar la
virtud por todas partes.
A través de mi oración,
conseguiré descender a
los lugares de tinieblas
y de dolor, y llevar
hasta allí algún alivio.
¿No fue la oración lo
que en otro tiempo
levantó al cojo, hizo
ver al ciego y oír al
sordo? |
¿No fue la
que resucitó
muertos?
Debo esperar todo de
Dios, sin duda; pero
esperar todo de Dios no
es permanecer en la
apatía y en la quietud.
Es implorarle, por mi
actividad y por las
dolencias secretas de mi
alma, hasta que, estando
libre mi lengua, pueda
suplicarle con sonidos
armoniosos y cánticos.
Por la fuerza y la
perseverancia en mi
oración, obtendré, o la
convicción exterior, que
es el testimonio, o la
convicción interior, que
es la fe. He ahí por qué
los sabios dijeron que
la oración era una
recompensa.
El secreto del progreso
del hombre consiste en
su oración; el secreto
de su oración, en la
preparación; el secreto
de la preparación, en
una conducta pura.
El secreto de una
conducta pura está en el
temor de Dios; el
secreto del temor de
Dios, en su amor, porque
el amor es el principio
y la sede de todos los
secretos, de todas las
oraciones y de todas las
virtudes.
¿No fue el amor el que
profirió las dos
oraciones más grandiosas
que fueron comunicadas
al hombre? ¿La que
Moisés escuchó sobre la
montaña, y la que Cristo
pronunció delante de sus
discípulos y del pueblo
reunido?”
“No es por la repetición
de las palabras de la
oración por lo que el
hombre nuevo ha llegado
a esta unión con el
espíritu, sino por el
fuego interior de su
ser, que se ha inflamado
y ha difundido alrededor
de él una luz parecida a
aquella de la que ha
tomado en su origen. La
ley de la afinidad ha
hecho todo lo demás y ni
siquiera ese fuego de su
ser interior se ha
encendido nada más que
por el suave soplo de la
sabiduría, que solo
pretende dar a cada cosa
sus propiedades. […]
Ese es, pues, el suave
soplo de esta sabiduría
que va a desarrollar en
el hombre nuevo su
verdadera oración, que
es la acción natural de
su ser, pues esa oración
no debe tener más
finalidad que mantener
en el hombre el orden,
la seguridad, la medida.
Debe hacer que el
enemigo esté siempre
fuera de lugar, que el
corazón del hombre beba
siempre en las fuentes
de aguas vivas y su
pensamiento sea como un
foco en el que se unen
las luces Divinas, para
reflejarse después con
más fulgor. Como éstas
son las facultades
primitivas del hombre,
cuando llegan a alcanzar
la meta a la que están
destinadas, el hombre
está realmente en su
oración o, mejor dicho,
el hombre está entonces
realmente en la oración
y en el sacrificio del
aroma más agradable que
pueda recibir el Señor.
Pero ¿dónde está el que
se ha convertido de
verdad en una oración y
en un sacrificio del
aroma más agradable para
el Señor? […]
En cuanto al hombre
nuevo, se ha convertido
en realidad en una
oración activa, con lo
que sus facultades han
recuperado los derechos
de su destino original.
Ha dicho: «invocaré a
Dios en el nombre del
reparador, invocaré al
reparador en el nombre
del cumplimiento de la
ley, invocaré al
cumplimiento de la ley
en el nombre de la fe,
invocaré a la fe en el
nombre de mis obras y de
la constancia de mis
santas resoluciones».
Estos son los cuatro
ríos que este hombre
nuevo ha encontrado en
él. […]
Nunca insistiríamos
bastante en que no ha
sido con la repetición
de las palabras de la
oración con lo que el
hombre nuevo ha llegado
a llenarse de estas
tranquilas inteligencias
que difunden alrededor
de ellas la calma y el
reposo. Lo ha hecho
recogiendo con cuidado
todo el fuego de su ser
interior que ve que se
eleva como una llama
pura, viva y ligera que
purifica el aire y lo
agita suavemente,
haciendo que exhale un
viento refrescante".
“Trata, por tanto, de
despojarte de todos
estos impedimentos que
te retienen en las
tinieblas, vuelve, con
tus trabajos y tus
constantes oraciones, a
tu sencillez original.
Oirás que se pronuncia
dentro de ti esta
palabra: santo, santo,
santo…”
“Levántate, hombre,
todos los días antes de
amanecer, para acelerar
tu obra. Es una
vergüenza para ti que tu
incienso diario sólo
levante su humo después
de salir el sol. No es
el alba de la luz la que
debería invitar a tu
oración para que venga a
rendir homenaje al Dios
de los seres y a pedir
sus misericordias, sino
que es tu oración la que
debería llamar al alba
de la luz y hacer que
brille en tu obra, para
que, acto seguido,
pudieses verterla desde
lo alto de este oriente
celeste sobre las
naciones dormidas en su
inactividad y sacarlas
de sus tinieblas”.

BENDITO SEA ESTE DIA
CAMINO A LA PERFECTA
CONSUMACIÓN DEL PLAN
DIVINO.
A MIS PADRES Y HERMANOS
QUE ESTÁN EN LOS CIELOS
Y EN LA TIERRA.
POR UNA HUMANIDAD EN QUE
BROTEN NUESTRAS SEMILLAS
FÉRTILES POR EL
FLORECIMIENTO DE LA
SANTA LUZ INEFABLE EN
TODOS LOS CORAZONES DE
LOS SERES HUMANOS.
FIAT LUX
AMONRA CHILE
UNA LUZ EN VUESTRO
CAMINO FELILUXOR
FE Y FELICIDAD EN LA LUZ
DE ORO
Por la vida, Por el amor
y por la humanidad de
Nuestro hogar, nuestro
Planeta Tierra. Santiago
de Chile.
 
|