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El
objetivo primordial del Martinismo es el mejoramiento
espiritual del individuo y de la sociedad.
Sin embargo, sus enemigos son el materialismo y el
agnosticismo, las cuales son doctrinas nocivas que han
incrementado su poder como resultado de las conquistas
científicas de los últimos 200 años y de la filosofía
basada y fuertemente argumentada en perjuicio contra la
que es justamente la ley de Dios y el Hombre.
Esto es porque, si deseamos implantar valores
espirituales en la sociedad actual, es necesario empezar
desde los fundamentos espirituales irrefutables, y tomar
en consideración el mundo en que vivimos y la materia, y
los fenómenos en los que está basada, además de la
cuestión del elemento divino, y esto es el aspecto
espiritual.
Así, en la raíz de la doctrina del Martinismo podemos
encontrar un método con el cual determinar la relación
entre el cuerpo, el alma y el espíritu. Esto guiará al
estudiante a la firme convicción de que esto es una guía
espiritual y una fuerza creativa para la materia.
Así, la psicología Martinista guía a la soberanía del
espíritu para llegar al fin como única realidad.
El propósito de la teología Martinista debe ser buscado
en las profundidades del pensamiento humano; pero
también cerca de nosotros, por ejemplo: en la doctrina
esotérica del Misticismo Cristiano, el cual se
manifiesta particularmente en la Gnosis.
La primera parte de las enseñanzas Martinistas consisten
de una demostración doble. En un movimiento ascendente
va fuera del cuerpo hacia el alma, el espíritu, las
eternas manifestaciones divinas, y finalmente, hacia la
fuente de la Creación. Esto constituye una filosofía y
también una ciencia teórica.
Es necesario subyugar el cuerpo, disciplinar el alma y
establecer la personalidad humana con su centro actual,
el espíritu. Y luego, etapa por etapa, el espíritu
tendrá que regresar del mundo del tiempo y el espacio al
mundo de la divinidad, que es su lugar de origen. Esta
es la ciencia, la cual no es muy teórica pero sí
práctica.
Inicia con algo moral, por ejemplo ética, se eleva por
el camino de la religión universal y culmina en
santidad, lo cual es una deificación, una unión con
Dios, el principio y la fuente de todo.
Esto hecho por medio de operaciones específicas, por
acciones fluidas, por contacto y manejo de fuerzas
espirituales. Así como los científicos dirigen y manejan
fuerzas materiales, así mismo el Martinista opera con
energía espiritual.
Habiendo avanzado del conocimiento experimental, él
dirige su camino hacia la ciencia intuitiva, hacia el
éxtasis, el cual le abrirá los horizontes del espíritu.
De lo condicional, el Martinista va hacia el Absoluto.
Seguramente no lo alcanzará, pero en cada etapa de su
curso indefinido, con la ayuda divina, llegará a ser más
grande y su conciencia será más completa.
Por supuesto se ha descrito solamente un esqueleto, una
estructura con la cual el Martinista debe evolucionar.
La verdadera esencia de las enseñanzas, los métodos y
las prácticas solo son comunicadas al estudiante que
desea ser transformado.
Tal es el estado presente de la Orden Martinista, y
tales son sus enseñanzas. Esencialmente espiritual, es
un centro para la difusión del Misticismo Cristiano.
La Orden tiene, desde su fundación, todas las ciencias
experimentales pero utiliza en particular el simbolismo
y el hermetismo para llegar a la Gnosis. Se dedica a la
reintegración del hombre a su estado original y al
mejoramiento espiritual de toda la raza humana.
La Orden Martinista es un sistema iniciático que
introduce al estudiante a la tradición Mística
Cristiana, a través de 3 etapas o grados (Asociado,
Iniciado, y Superior Incógnito), y es un curso o camino
interno basado en el antiguo sistema de la enseñanza
oral y del estudio personal.
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