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“templo eterno
del que el
hombre encuentra
en sí mismo
todos los
materiales”
EL SEÑOR EDIFICÓ
SU MORADA EN EL
ALMA DEL HOMBRE
“El Señor ha
elegido al alma
del hombre para
poner en ella su
morada. Le
gustaría pasar
el rato paseando
por los senderos
espaciosos que
se ha preparado
en ella. Allí
despliega toda
su majestad y,
para que ésta se
pueda percibir
mejor, hace que
brillen astros
deslumbrantes,
cuya luz difunde
un resplandor
inefable que
llega hasta los
rincones más
ocultos de este
refugio
sagrado”.
EL HOMBRE COMO
ARQUITECTO,
TEMPLO Y
SACERDOTE
“…nos
encontramos con
el compromiso de
vigilar con
cuidado la
construcción
espiritual que
se nos ha
confiado,
construcción que
debe sernos
tanto más
atractiva cuanto
más encontremos
en nosotros
mismos todos sus
materiales y,
bajo la
inspección del
que nos ha hecho
este anuncio, y
con su ayuda,
podamos llegar a
ser, al mismo
tiempo, el
arquitecto, el
templo y el
sacerdote por
quien será
honrado en él el
fundador Divino.
Debemos, como un
artista
meticuloso y
agradecido,
poner en todas
las partes de
nuestro edificio
el nombre del
que nos ha
encomendado el
trabajo, sin
olvidar un solo
instante que
este nombre
sagrado,
inscrito en la
piedra angular,
es también el
que debe
acompañar todos
los crecimientos
que va a tomar
la iglesia en
nosotros, marcar
las decoraciones
exteriores e
interiores,
regular las
divisiones del
templo, fijar
sus horizontes y
determinar todos
los detalles del
culto que se
debe celebrar
allí
eternamente”.
"...levantarás
tu altar al
único Dios
verdadero en
este hijo
querido y
concebido por el
espíritu, ya que
ese es el único
lugar donde
puede ser
honrado, pues
solo allí puede
encontrar un ser
que sea
verdaderamente
su imagen y
semejanza y que
tenga las
cualidades
necesarias para
oír su lengua
divina y
comprender los
oráculos de su
sabiduría
eterna. Además,
solo allí podrás
oír su voz
sagrada, recibir
respuestas que
llenen tu
inteligencia y
satisfagan todos
los deseos de tu
corazón y todas
las necesidades
de tu espíritu".
“Aprende [que
tu] Ser
intelectual [es]
el verdadero
templo; que las
luminarias que
le deben
iluminar son las
luces del
pensamiento que
le rodean y le
siguen en todas
partes; que el
sacrificador es
la confianza en
la existencia
necesaria del
Principio del
orden y de la
vida; es ante
esta persuasión
ardiente y
fecunda que la
muerte y las
tinieblas
desaparecen; que
los perfumes y
las ofrendas es
[tu] oración,
[tu] deseo y
[tu] altar para
el reino de la
exclusiva
unidad; que el
altar es ese
eterno convenio,
fundado sobre su
propia
emanación, y que
Dios y el hombre
van a visitar,
de común
acuerdo, para
renovar la
alianza de su
amor y para
encontrar,
respectivamente
[uno] su gloria
y [el otro] su
felicidad; en
una palabra, que
el fuego
destinado a la
consumación de
los holocaustos,
ese fuego
sagrado que
jamás debería
apagarse, es el
de esta chispa
divina que anima
al hombre y que,
si hubiese sido
fiel a su ley
primitiva, le
habría
convertido para
siempre en una
lámpara
brillante y
caritativa,
colocada en el
sendero del
trono del
Eterno, para
alumbrar los
pasos de los que
se habría
alejado, porque
finalmente el
hombre no debe
dudar más de
haber recibido
su existencia
con el único
objetivo de ser
el testigo vivo
de la luz y el
emblema de la
Divinidad”.
EL CORAZÓN DEL
HOMBRE: SANTO DE
LOS SANTOS Y
ORÁCULO DEL
SEÑOR
"Con
el Dios único que ha
elegido su santuario
único en el corazón del
hombre y en este hijo
querido del espíritu que
todos debemos hacer que
nazca en nosotros, no
tienes que temer los
mismos peligros y solo
tendrás que recoger
frutos saludables,
porque es muy simple el
ser verdadero, el único
ser que es impasible a
toda influencia que no
sea la de la verdad.
¡Además, se ha reservado
para él solo el poder de
darla a conocer y de
manifestarla en toda su
pureza!"
"El Señor fundó su
templo en el corazón del
hombre; en él trazó todo
el plan; cabe al hombre
levantar las murallas y
terminar todo el
edificio.
Formemos al hombre a
nuestra imagen y
semejanza.
Aquí se establecerá mi
santuario; reservé este
lugar más interior para
el santo de los santos.
Hombre, aquí es donde el
oráculo escogió su
morada; rodeada de
árboles espesos y
majestuosos; que sus
cimas se reúnan y se
curven para ocultarlo a
los ojos del
profano.[...]
Él colocó su templo y su
oráculo en tu corazón,
para que en todos los
tiempos y en todos los
lugares, sea caminando,
sea en estado de reposo,
pudieses entrar en él y
consultarlo". |