

Por Sâr Aurifer
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Como todas las
demás doctrinas esotéricas la del Martinismo, como fue
definida por Martinez Pasqually en
su Tratado de La Reintegración de los Seres usa medios
exotéricos para hacer comprensible los puntos más
sutiles y refinados que son incomprensibles para los no
iniciados cuando son explicados a ellos. La leyenda o
mito sobre el cual se basa la Doctrina Martinista es la
razón por la cual esta está ligada intrínsecamente a la
Tradición Occidental y de manera muy especial a la
corriente Cristiana.
Tocante a la Primera Causa o Dios, el Martinismo está de
acuerdo con las conclusiones a las que han llegado los
Teólogos Cristianos así como los Cabalistas Hebreos
tales como el Ternario Divino. , o las personas; las
emanaciones, etc... pero en lo que concierne al resto de
la doctrina es mucho más Gnóstica ya que afirma la misma
necesidad de la fe y el conocimiento y postula que la
gracia divina a fin de ser efectiva debe ser seguida por
la acción, libre e inteligente del hombre. Esta es la
razón por la cual Martinez Pasqually presentó la
Doctrina de su escuela bajo el aspecto Judeocristiano.

La Doctrina
De acuerdo con la
Doctrina Martinista, el mundo, considerado como un reino
material sujeto a nuestros sentidos, así como las
regiones espirituales por encima de este, no son obra de
Dios considerado en Su forma absoluta.
El Evangelio de San Juan dice:
"En el principio (se refiere al comienzo del tiempo, un
periodo cuando los seres relativos comenzaron a
manifestarse) era el Verbo" (El Logos, la Palabra
Divina.)
"El Verbo estaba cerca de Dios (y no con Dios)...
y el Verbo era Dios" (no el Dios, sino un Elohim o hijo
de Dios.) La palabra Elohim es un término hebreo que
significa "Él- los-Dioses(as)"
"Todas las cosas fueron hechas por Él y nada de lo que
hay fue hecho sin Él"
El Logos es aquel que la Cábala llama Adán Kadmón; aquel
que creó los seres inferiores mediante Su palabra
"llamándolos" (trayéndolos) a la vida manifestada. Estos
seres son inferiores sólo con respecto a Adán Kadmón, el
Hombre Arquetípico, junto a él habitan en los dominios
espirituales.
Durante esta creación Dios usó un intermediario.
En el Génesis, capítulos 1-3 se dice que la tierra (que
allí significa la materia primordial o caos) estaba
vacía y sin forma, y el Espíritu de Dios se movía sobre
las aguas (el Nous Egipcio es comparable con esta
materia.)
El término "Espíritu de Dios" se refiere a un espíritu
distinto a Dios en el sentido que no era Dios Mismo ya
que Dios es necesariamente Su propio Espíritu.
Luego se nos dice que Dios puso al hombre en el "Jardín
del Edén" para cuidarlo y cultivarlo. Este "Jardín" es
un símbolo referente al conocimiento accesible sólo a
los seres relativos.
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El hombre al que se refiere el Génesis en su forma
puramente simbólica no es un ser de carne sino un
espíritu emanado de Dios y está hecho de un cuerpo (a
veces llamado el cuerpo glorioso) creado por Dios Quien
lo infundió con una chispa Divina la cual era, de
acuerdo con el Génesis, el "mismo aliento de Dios."
De acuerdo con este análisis, vemos que el hombre
arquetípico es semi-divino.
Provino de la materia primordial (del caos, hecho de
tierra y agua simbólicas) de donde obtuvo su forma, y
del aliento que lo anima y lo hace una parte de Dios.
Adán y el logos creativo son la misma cosa. Sin embargo,
Adán y el Logos Redentor son dos seres diferentes.
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Junto a Adán Kadmón, había otros seres de creaciones
previas. Estos seres eran de una naturaleza y plano
diferentes. Estos eran los "Ángeles" de los cuales se
dice que "algunos eran buenos y otros malos" Adquirieron
estas cualidades según el cumplimiento del plan para el
cual fueron emanados de Dios. Los Ángeles "buenos"
fueron aquellos que se reintegraron después de terminar
su misión y los malos fueron aquellos que rehusaron
reintegrarse escogiendo el yo en vez del Todo-en-Dios.
Estos son aquellos a los cuales Pasqually se refirió
como los "seres perversos."
Ya que cualquier cosa corrupta tiende por su propia
naturaleza a corromper otras cosas, especialmente en los
reinos espirituales, estos seres perversos de los cuales
la colectividad se convirtió en un egrégor del mal.
Simbolizado por la serpiente, estaban celosos de este
ser (Adán) que era superior a ellos y una imagen de Dios
del cual pretendían haberse separado.
Estos seres actuaron telepáticamente sobre Adán y lo
incitaron a ir más allá de sus posibilidades naturales.
Siendo mixto por naturaleza, medio corporal y medio
espiritual, así como andrógino, el Hombre Arquetípico
debía mantener cierta armonía, un equilibrio necesario
en el reino en que Dios lo puso.
Debía ser el Arquitecto del Universo más sutil que el
nuestro, el "reino" que no era de este mundo mencionado
en los Evangelios.
Bajo el impulso de los seres perversos, el Hombre
Arquetípico se erigió a sí mismo en un demiurgo
independiente, rompiendo de este modo las mismas leyes
que había ordenado observar.
Osó a su vez convertirse en creador y ser igual a Dios
por sus hechos. Al intentar esta acción, el Hombre
Arquetípico sólo modificó su destino original. Es de
esta tradición de donde proviene la costumbre de dedicar
a los Dioses o a Dios los primeros frutos de la cosecha
o el primogénito de un rebaño.
Y como sólo Dios en sus posibilidades infinitas puede
crear o extraer algo de la nada, el Hombre Arquetípico
solamente podía modificar lo ya existente.
El Hombre Arquetípico, al querer crear seres
espirituales, sólo objetivo sus propios conceptos.
Queriendo darles un cuerpo únicamente los integró en la
materia grosera. Deseando animar el caos, sólo se atrapó
a sí mismo.
En efecto, Dios siendo el "Yo Soy El Que Soy" excluye la
posibilidad de que cualquier olvido pudiera existir. A
fin de crear la materia primitiva, Dios sólo removió
parte de Sus perfecciones infinitas de una parte de Su
imperecedera esencia.
Esta retracción parcial de Sus perfecciones espirituales
resultó en la creación de una imperfección material
relativa. Esta es la razón por la cual en este mundo la
creación de cualquier cosa que sea nunca puede ser
perfecta ya que no es de Dios.
Al imitar al Absoluto, Adán Kadmón trató de crear la
primera materia. Siendo un alquimista inexperto, al
intentar semejante empeño sólo precipitó su caída.
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El Hombre Arquetípico es un ser andrógino:
tan masculino como femenino, positivo y negativo.
Es el elemento femenino negativo el que Adán trata de
objetivar fuera de sí mismo. Es el lado izquierdo,
femenino, pasivo, lunar y material el que él separará
del lado derecho, masculino, activo, solar y espiritual.
Esto fue lo que dio nacimiento a Eva, la Mujer
Arquetípica.
Es esta nueva materia, Eva o Mujer Arquetípica, la que
Adán penetró con el objeto de crear vida.
El Hombre Arquetípico, de este modo, se degradó a sí
mismo al tratar de ser igual a Dios.
Este nuevo reino es el que los Gnósticos llamaron mundo
"hílico", que es nuestro universo material lleno de
dolor e imperfecciones.
El poco bien que existe aquí proviene de las virtudes
del Hombre Arquetípico. Al estar dividido en dos seres,
la suma de estas imperfecciones no puede en su totalidad
existir estando estos dos seres aparte, por tanto,
tenemos la caída.
Esta es la razón por la cual los antiguos cultos
deificaron la naturaleza.
Ella fue la madre de todo lo que "estaba debajo de los
cielos". Isis, Eva, Deméter, Rea, Cibeles, Erzulí, son
los símbolos de la naturaleza material emanada de Adán
Kadmón, personificada bajo los aspectos de las "Vírgenes
Negras" que son símbolos de la materia prima.
La esencia superior de Adán Kadmón se integró así en la
nueva materia para convertirse en el nuevo SULPHUR que
es la expresión alquímica referente al alma del mundo.
La segunda esencia, la cual es el mediador plástico, el
que constituyó la "forma" de Adán, su doble superior se
convirtió en el MERCURIO de los alquimistas,
refiriéndose a lo que los ocultistas llaman el mundo
astral o mundo intermediario.
La materia que es del segundo caos, la cual es la SAL de
los alquimistas, es lo que se convirtió en el soporte,
el receptáculo o prisión.
ADÁN=SULPHUR EVA=SAL CAÍN = MERCURIO
He aquí por qué la materia universal está viva y,
también, por qué puede ser más o menos consciente e
inteligente en sus manifestaciones.
A través de los cuatro reinos de la naturaleza: mineral,
vegetal, animal y humano, es el Hombre Arquetípico, el
Adán Kadmón, la inteligencia demiúrgica la que se halla
en acción dispersa y prisionera. Este nuevo universo
también se trocó en refugio de los ángeles caídos.
Vinieron a este para estar más lejos del Absoluto.
Los seres perversos, por tanto, tienen un interés
primordial en ver que el hombre, disperso pero presente
en todas partes en la materia que constituye el universo
visible, continúe organizando y animando este reino que
ellos han reclamado para sí.
Al igual que el alma del Hombre Arquetípico es
prisionera de la materia universal, también el alma del
hombre individual es prisionera del cuerpo físico. La
muerte física y las reencarnaciones que siguen son los
medios mediante los cuales las entidades caídas ejercen
su control sobre el hombre.
La Sabiduría, la Fuerza y la Belleza que aun se
manifiestan en este universo material son los esfuerzos
del Hombre Arquetípico para reconquistar la posición que
ocupó antes de la caída. Las cualidades opuestas son
manifestadas por las entidades caídas para mantener el
clima que le hicieron crear con el objeto de existir
como ellos quisieron cuando rehusaron reentrar en la
Totalidad.
El Hombre Arquetípico no reconquistará su primer
esplendor y libertad hasta tanto no se separe de esta
materia que lo ata dondequiera. Para que esto ocurra,
todas sus células individuales (los seres humanos
individuales) tendrán después de su muerte natural que
reconstituir el arquetipo REINTEGRÁNDOSE, escapando así
de los ciclos de reencarnación.
Sólo entonces el microcosmo reconstruirá el Macrocosmo.
Los seres humanos individuales quienes no son más que el
reflejo del Arquetipo, serán igualmente el reflejo de lo
Divino así como el Arquetipo mismo es el reflejo de
Dios, del Verbo o Logos, del "Espíritu de Dios"
mencionado en el Génesis.
Esta es la razón por la cual él es el "Gran Arquitecto
del Universo"; y todos los cultos de adoración de este
último son ipso facto "satánicos" porque esta adoración
es ofrecida al Hombre y no al Absoluto. En la
Francmasonería él es invocado pero nunca adorado.
Pero, ya que el Hombre ha de descender a la atmósfera
demoníaca de este mundo material en donde constantemente
está inhalando los frutos de su maléfico intelecto, como
nos dice Pasqually, se encuentra así en una mala
posición para resistir las constantes tentaciones a las
cuales está sujeto. El CREADOR reestableció el
equilibrio separando de Su Círculo Espiritual Divino un
Espíritu Mayor para que sea el guía, el consejero y el
compañero del Menor que desciende de la inmensidad
celestial para ser incorporado en el mundo material;
para obrar de acuerdo con su libre albedrío, sobre el
plano terrenal.
Pero el consejo de un Espíritu Superior no es
suficiente, el Hombre Caído necesita además la ayuda de
un "Elegido Menor". La ayuda que este "Electo Menor" le
traerá con el objeto de que él pueda alcanzar la
"reconciliación" es de una doble naturaleza. Él
transmite al Hombre directamente las instrucciones del
CREADOR sobre las prácticas teúrgicas que han de ser
ejecutadas; también comunica al Hombre de Deseo al cual
es enviado, el don que él mismo ha recibido al darle el
sello místico sin el cual ningún Menor puede ser
reconciliado.
Esta misteriosa ordenación es la condición esencial de
la reconciliación del hombre, porque sin ella no importa
cuan grande sean los méritos del Menor, permanece en
privación; esto es, sin ninguna comunicación con Dios.

Para escapar de los ciclos de reencarnación en este
mundo infernal el hombre debe desprenderse de todo lo
que le atrae a la materia así como librarse de la
esclavitud de las sensaciones materiales. También ha de
elevarse moralmente. Las entidades caídas, sin embargo,
luchan constantemente en contra de la tendencia del
hombre hacia la perfección tentándolo constantemente
para hacerlo permanecer en este mundo en donde ellas
pueden mantener su dominio sobre él.
El hombre individual debe constantemente batallar en
contra de estas entidades desenmascarándolas y
rechazándolas fuera de su reino. Logrará esto
parcialmente mediante la iniciación, que lo liga a los
elementos del Arquetipo ya reunidos y que constituyen la
exotérica "comunión de los Santos"- y en segundo lugar
mediante el conocimiento liberador que le enseña los
medios más rápidos para ayudar a la ciega humanidad así
como a mejorar su obra personal.
Entre estas últimas posibilidades encontramos las
Grandes Operaciones Equinocciales que contribuyen a
purificar el aura de la tierra mediante exorcismos y
conjuraciones usando ritos de Alta Magia que los Elus-Cohens
llamaron la obra del culto.
Sólo después de estas liberaciones individuales tendrá
lugar la gran liberación colectiva. Esta permitirá la
reconstitución del Arquetipo y su reintegración dentro
de lo Divino. Una vez abandonado por su animador, el
mundo material se disolverá. Dejada bajo la naturaleza
anárquica de los espíritus caídos, la materia se
disolverá de modo acelerado y así el fin del universo
físico tendrá lugar como fue anunciado por las grandes
tradiciones.
Este es el despliegue de la Gran Obra Universal.

A LA GLORIA DE LOS GRANDES SERES
DE EL MARTINISMO EN EL MUNDO...
QUE SUS LÁMPARAS DE LOS MISTERIOS MAYORES NOS ACOMPAÑEN
HASTA EL FIN DE LOS FINES EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA AMADA
MANSIÓN DE LA LUZ ETERNA…
FELILUXOR
FE Y FELICIDAD EN LA LUZ DE ORO
AMONRA CHILE
UNA LUZ EN VUESTRO CAMINO…



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