TERCER GRADO MARTINISTA
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Reproducción
in extenso del texto publicado en la edición de
1890 de
"Au Seuil du Mystére".
Habéis sido revestido sucesivamente con los tres
grados jerárquicos de nuestra Orden.
Os saludamos S I (superior incognito) Cuando
hayáis trascrito y meditado nuestros Cuadernos, a
vuestro turno llegaréis a ser Iniciador.
Será confiada a vuestras manos fieles una
importante misión:
os incumbirá la obligación, pero también el honor
de formar un grupo del cual
serás, ante vuestra consciencia y ante la
humanidad divina, el padre espiritual y en ciertas
ocasiones, el tutor moral.
No se trata aquí de imponerse convicciones
dogmáticas. Ya sea que os consideréis
materialista, espiritualista o idealista; que
hagáis profesión de cristianismo o de budismo; que
os proclaméis libre pensador o que seáis un
escéptico total.
Ello poco nos importa y no constreñiremos vuestro
corazón, planteando a vuestro espíritu problemas
que sólo debéis resolver frente a frente con
vuestra consciencia y en el silencio solemne de
vuestras pasiones apaciguadas.
Suponiéndoos abrazado por un verdadero amor por
vuestros hermanos humanos, no busquéis jamás
cortar los lazos de la solidaridad que os ligan
estrechamente al reino hominal considerado en su
síntesis.
Pertenecéis a una religión suprema y
verdaderamente Universal, puesto que es ella la
que se manifiesta y se impone multiforme, es
cierto, pero esencialmente idéntica a sí misma
bajo los velos de todos los cultos esotéricos,
tanto de Occidente como de Oriente.
Psicólogo, dad a este sentimiento el nombre que
deseéis: amor, solidaridad, altruismo,
fraternidad, caridad...
Economista o filósofo, llamadle socialismo o si
queréis colectivismo, comunismo... ¡Las palabras
no son nada!El místico le honra con los nombres de "Madre
Divina" o "Espíritu Santo".
Pero, seas lo que fuereis, no olvidéis jamás que
en todas las religiones realmente verdaderas y
profundas, es decir, fundamentadas en el
esoterismo,
la expresión de este sentimiento constituye la
enseñanza primera, capital, esencial de este
esoterismo mismo.
La búsqueda sincera y desinteresada de lo
verdadero, ¡he aquí lo que vuestro espíritu se
debe a sí mismo!.
Fraternal mansedumbre a la vista de los otros
hombres, es lo que vuestro corazón debe al
prójimo.
Con excepción de estos dos deberes, nuestra Orden
no pretende prescribiros otros, a lo menos de
manera imperativa.
Ningún dogma filosófico o religioso es impuesto a
vuestra fe.
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En cuanto a la doctrina, con respecto a la cual os
hemos resumido los principios esenciales, os
rogamos solamente que meditéis en ella.
Es únicamente por medio de la persuasión que la
verdad tradicional desea conquistaros a su causa.
Hemos abierto frente a vuestros ojos los sellos
del libro; pero es a vos a quien corresponde
asimilar, primero la letra, y después penetrar en
el espíritu de los misterios que este libro
encierra.
Os hemos endilgado.
El rol de vuestros Iniciadores debe limitarse a
esto.
Si llegáis por vos mismo a la inteligencia de los
arcanos, mereceréis el título de Adepto; pero
tened muy presente lo que sigue:
sería en vano que los magos mas sabios de la
tierra quisieran revelaros las fórmulas supremas
de la ciencia y del poder mágico; la verdad oculta
no puede ser transmitida en un discurso; Cada uno
debe evocarla,
crearla y desarrollarla en sí mismo.

Sois un Iniciado:
aquel que otros han puesto sobre la vía; esforzaos
por llegar a ser un Adepto: aquel que ha
conquistado la ciencia por sus propios esfuerzos,
en otras palabras, el hijo de sus obras.
Nuestra Orden, ya os lo he dicho, limita sus
pretensiones a la esperanza de sembrar en un buen
terreno, sembrando por todas partes la buena
semilla.
Las enseñanzas de los S I son elementales, pero
precisas.
Ya sea que este programa particular satisfaga
vuestra ambición, ya sea que vuestro destino os
conduzca un día hasta el umbral del Templo
misterioso, desde donde irradia, a través de los
siglos, el luminoso tesoro del esoterismo
occidental, escuchad las últimas palabras de
vuestros Hermanos Incógnitos;
ojalá germinen en vuestro espíritu y fructifiquen
en vuestra alma.
Os insisto que podéis encontrar allí en el
criterio infalible del ocultismo y que la clave de
la bóveda de la síntesis esotérica está allí, no
en otro lugar.
Pero, ¿para que insistir si podéis comprender y
creer?
En caso contrario, ¿de que servirá insistir?
Sois libre de considerar lo que me resta por
deciros, como una alegoría mística o como una
fábula literaria sin importancia, o bien hasta
como una audaz impostura.
Sois libre de así hacerlo, pero
escuchad;¡sembremos donde puede germinar la
semilla! ¡Vamos, sembrad!
En el principio, en la raíz del ser, está lo
absoluto.
Lo absoluto, que las religiones denominan Dios, no
puede ser concebido y quien pretenda definirlo,
desnaturaliza dicha noción al limitarla.
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Un Dios definido es un Dios finito (Eliphas Levi).
Pero de este absoluto insondable emana eternamente
la diada andrógina, formada de dos principios
indisolublemente unidos:
El espíritu vivificador y el Alma Universal.
El misterio de esta unión constituye el Gran
Arcano del Verbo.
El Verbo es el hombre colectivo, considerado en su
síntesis divina, antes de su desintegración.
Es el Adán Celeste antes de su Caída; antes que
este ser universal se modalizara, pasando de la
Unidad a la Diversidad; de lo absoluto a lo
relativo; de lo colectivo a lo individual; de lo
infinito al espacio; y de la eternidad al tiempo.
He aquí algunas nociones de la enseñanza
tradicional acerca de la Caída Adánica.
Incitados por un móvil interior, cuya naturaleza
esencial debemos callar en esta oportunidad, móvil
que Moisés llama "Nahash" y que podemos definir,
si queréis, como la sed egoísta de existencia
individualizada, un gran número de verbos
fragmentarios, consciencias potenciales vagamente
animadas a la manera de una emanación en el seno
del verbo absoluto, se separaron de ese verbo que
les contenía.
Se apartaron ínfimos submúltiplos de la Unidad
Madre que les había engendrado. Simples rayos de
este sol oculto, hirieron al infinito en las
tinieblas de su naciente individualidad, pues
deseaban independizarse de todo principio
anterior, en una palabra: deseaban autonomía.
Pero, así como el rayo luminoso no tiene sino una
existencia relativa, en relación con la fuente que
lo ha producido, estos verbos, igualmente
relativos, desprovistos de principio auto divino y
de luz propia, se fueron obscureciendo a medida
que se alejaban del verbo absoluto.
Cayeron en la materia, embuste de la sustancia en
delirio de objetividad, en la materia que es al
no-ser lo que el espíritu es al ser.
Descendieron hasta la existencia elementaria;
hasta la animalidad, hasta el vegetal, hasta la
existencia mineral.
Descendieron hasta las potencialidades de estas
cosas, sobre el plano astral, bien entendido, y
que es el plano normal de la involución, mientras
que el plano físico es el plano normal de la
evolución.
En virtud de este movimiento ascendente y
repercusivo, que se denomina evolución, los seres
aparecen gradual y progresivamente sobre el
escenario del mundo material, partiendo de los más
elementarios.
Así nació la materia, que fue asimismo una
elaboración del espíritu y el Universo concreto
tomó una vía ascendente, que va remontándose desde
la piedra, apta para la cristalización, hasta
llegar al hombre, capaz de pensar, de orar, de
sentir lo inteligible y de consagrarse a sus
semejantes.
Esta repercusión sensible al espíritu cautivo,
sublimando las formas progresivas de la materia y
de la vida, para tratar de salir de su prisión, ha
sido constatada por la ciencia contemporánea, la
que la estudia bajo el nombre de evolución.
Pero, antes de ascender, el espíritu descendió; es
lo que nosotros llamamos involución.
Pero, ¿cómo o submúltiplo verbal se detuvo en un
punto determinado de su caída? ¿Qué fuerza le ha
permitido volver en su camino, desandando lo
andado?
¿Cómo la consciencia obscurecida de su divinidad
colectiva se ha despertado finalmente en él, bajo
la forma aún bien imperfecta de la
sociabilidad?...
Son tantos los profundos misterios relacionados
con este asunto, que no los podemos abordar en
esta oportunidad; sin embargo, los podréis
comprender si la Providencia os ayuda.
Pero, aquí me detengo.
Os hemos conducido ya bastante sobre el sendero;
habéis quedado premunido de una especie de brújula
oculta que os permitirá, si no a extraviaros
jamás, a lo menos encontrar el camino correcto.
Algunos de estos datos sobre la GRAN OBRA del
destino humano, son precisos.
A vos os corresponde deducir el resto y obtener la
solución del problema.
Pero, comprended bien querido hermano.
Por tercera y última vez os conjuro.
Comprended bien que el altruismo es la única vía
que conduce hacia la meta única, hacia la meta
final. Me refiero a la reintegración de lo
múltiple en la unidad divina; es la única doctrina
que proporciona el medio para lograrlo, mediante
la liberación de las trabas materiales, para
ascender a través de las jerarquías superiores,
hasta llegar al astro central de la regeneración y
de la paz.
No olvidéis jamás que el Adán Universal es un todo
homogéneo, un ser viviente, del cual somos los
átomos y las células orgánicas que lo constituyen.
Vivimos todos los unos en los otros, los unos por
los otros; y si no fuéramos individualmente
salvados (para hablar en el lenguaje cristiano),
por cierto que no cesaríamos de sufrir y de luchar
hasta que todos nuestros hermanos fueran salvados
como nosotros.
Hasta el egoísmo inteligente llega a la misma
conclusión que la ciencia tradicional: la
fraternidad universal no es un embuste; es una
realidad, es un hecho real.
Quien trabaja para los demás, trabaja para sí
mismo.
Quien mata o hiere al prójimo, se mata o hiere a
sí mismo, el que lo ultraja se insulta a sí mismo.
Que no os amedrenten estos términos místicos:
somos los matemáticos de la ontología, los
algebristas de la metafísica.
Recordad, hijo de la tierra, que vuestra gran
ambición debe ser reconquistar el Edén Zodiacal,
de donde jamás debíais haber descendido, y entrar
finalmente en la inefable unidad, fuera de la cual
nada sois y en cuyo refugio encontraréis, después
de tantos trabajos y tormentos, esa paz celeste,
ese sueño consciente que los hindúes conocen bajo
el nombre de NIRVANA:
La beatitud suprema de la omnisciencia en Dios.

POR YEHOSHUAH NUESTRO MAESTRO Y SEÑOR…
FIAT LUX
FELILUXOR
FE Y FELICIDAD EN LA LUZ DE ORO
FUNDACIÓN AMONRA CHILE
UNA LUZ EN VUESTRO CAMINO...
A MIS PADRES Y HERMANOS
QUE ESTÁN EN LOS CIELOS Y EN LA TIERRA.
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