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Busca en ti mismo la
fuerza del propósito, la fe en la propia
regeneración. Tu Divinidad te espera.
Esfuérzate en hallarla y actualizarla.

- Practica en todo momento la religión Universal del
bien sin distinción de creencias, de clases, de
partidos, de intereses, de nacionalidades, de razas,
de reinos de la naturaleza.

- Regala al olvido tus faltas y limitaciones pasadas,
para renacer con renovados estímulos a una vida mejor.
Entonces, serás merecedor de la invisible ayuda.

- Practica la simpatía y adquiere el hábito del
contento a través de todas las circunstancias.
Decídete a realizar el leve esfuerzo de prescindir de
los pequeños defectos. Lucha con todas tus fuerzas
contra la depresión, contra la tristeza, contra el
odio, contra el mal humor. Combate los métodos
dominantes de acritud y grosería e imponte la
condición de ser siempre y con todo el mundo amable.

- Procura dar todas las facilidades posibles a los
demás, ayudándolos a descubrir su camino más noble y a
seguirlo. Haz de la generosidad de pensamiento y
acción, tu ley silenciosa.
- Proponte firmemente no censurar a nadie, ni aun de
pensamiento. ¿Qué sabemos de las verdaderas causas de
los actos ajenos? Esfuérzate, por el contrario, en
comprender.

- Adopta una divisa solar de alegría, a todas horas.
Entonces, la luz oculta que guía al mundo te la
incrementará y te sorprenderán a ti mismo los
resultados.

- Procura no auto-exaltarte no auto-compadecerte. O
sea, no pensar demasiado en ti mismo, si no es con el
fin de perfeccionarte.

- Invoca la armonía como fórmula de salud integral, de
equilibrio del cuerpo y del espíritu. Porque la
armonía es la ley suprema del Universo.

- Irradia con humildad tu mensaje viviente de belleza,
de espiritualidad y de paz, en un mundo atormentado,
desorientado. |