
Es
imposible comprender cómo sucedió
la creación del mundo. Pero todos
los grandes espíritus que han
podido elevarse lo suficientemente
alto para recibir respuestas y
profundizarlas dicen que antes de
la aparición del mundo reinaba un
estado de no-actividad que se ha
asimilado al reposo, al sueño.
Este estado de no-actividad estaba
animado en realidad por un movimiento poderoso. Es difícil de definir
o de expresar. La imagen que puede darnos la mejor idea es aquella de
la rueda que gira tan rápido que no se le ve mover, parece inmóvil.
Es de este estado de reposo, en
la inmensidad infinita, que Dios salió para crear el mundo proyectando
de El mismo una sustancia que en el Génesis del antiguo testamento
se le ha llamado LUZ.
Toda creación supone una
limitación, entonces Dios se impuso límites. Salió
de esta inmensidad, de este estado indescriptible de existencia sutil
donde El se encontraba para formar un mundo, un receptáculo que
El llenó con sus emanaciones, era Kether, la primera esfera. Ain
Soph Aur, el
Dios absoluto. inexpresable, inconocible,
proyectó un reflejo de El mismo, Dios manifestado, que se le ha llamado Dios Padre para diferenciarlo
de Dios Absoluto que nadie puede conocer.
A su vez, el Dios Padre sacando
una sustancia de El mismo, formó al Hijo:
La esfera Chokmah, la Sabiduría.
Y esta emanación que venía del Dios Padre llenó de
tal manera la esfera de Chokmah que se desbordó y llenó
la esfera siguiente: Binah, región de las leyes, de la inflexibiidad.
Luego
Binah desbordante comenzó a llenar otro receptáculo, Chesed.
región de la misericordia, de la bondad. Chesed se desbordó
en Gueburah, región de la combatividad, de la voluntad formidable,
fuego devorador.
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